📖 El Libro de Edades - Pág 38
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LAS SIETE EDADES DE LA IGLESIA 38 EN EL ESPÍRITU EN EL DÍA DEL SEÑOR Yo fui en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta. Apocalipsis 1: 10 4. “Yo fui en el Espíritu.” ¿No es en verdad hermoso? ¡Ay, cómo amo eso! Usted podría llamar eso: “El todo de la vida cristiana.” Si nosotros vamos a vivir como cristianos tenemos que estar en Su Espíritu. Juan no estaba diciendo que estaba en su propio espíritu. Eso no hubiera producido estas visiones. Tenía que ser el Espíritu de Dios. Tiene que ser el Espíritu de Dios en nosotros también, o todos nuestros esfuerzos son en vano. Pablo dijo: “Yo oraré en el Espíritu, yo cantaré en el Espíritu, yo viviré en el Espíritu.” Si hay algo bueno que vendrá a mí, tiene que ser revelado por el Espíritu, confirmado por la Palabra, y hecho manifiesto por medio de los resultados que produce. Tan seguro como Juan tuvo que estar en el Espíritu para recibir directamente de Jesús estas revelaciones tan tremendas, así también nosotros necesitamos estar en el Espíritu para entender las revelaciones que Dios nos ha dado en Su Palabra, las cuales nos muestran cómo vivir, porque es el mismo Espíritu. 5. Véalo de esta manera. Muchísima gente lee la Biblia en Hechos 2:38: “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo,” y siguen adelante. No lo ven. Si ellos lo vieran por medio del Espíritu, ellos sabrían que para recibir el Espíritu Santo necesitan arrepentirse y ser bautizados en el Nombre del Señor Jesús, y entonces Dios estaría obligado a cumplir Su Palabra llenándolos con el Espíritu Santo. Ellos nunca entran en Su Espíritu, porque si lo hicieran, sucedería con ellos exactamente como dice la Palabra. Ore a Dios para que le dé revelación por Su Espíritu. Ese es el primer paso. Entre en el Espíritu. 6. Permítanme usar otra ilustración. Supongamos que usted necesita sanidad. ¿Qué dice la Palabra? Pues, todos lo hemos leído innumerables veces, pero no entramos en el Espíritu cuando lo leíamos. ¿Le pedimos a Dios que Su Espíritu nos enseñara la mera verdad sobre ello? Si lo hubiéramos hecho llamaríamos a los ancianos, confesaríamos nuestros pecados, seríamos ungidos, orarían por nosotros, y allí sería el fin de la cosa. Puede ser que no venga inmediatamente, pero en Su Espíritu está concluido. No hay ninguna otra corte de apelación. Dios cumplirá