📖 El Libro de Edades - Pág 69
⬅️ 69/431 ➡️
LA EDAD DE EFESO 69 Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y darán señales grandes y prodigios; de tal manera que engañarán, si es posible, aun a los escogidos. 15. ¿Entonces qué? La respuesta está claramente ante nosotros. Hay una Iglesia verdadera y una iglesia falsa. Hay una Viña verdadera y una viña falsa. Desde luego, aquel cuerpo que incorpora la iglesia y la viña falsa, siempre procurará usurpar la posición de la Iglesia verdadera y afirmar que ella, y no el cuerpo escogido, es la verdadera. La falsa procurará matar a la verdadera. Así sucedió en el libro de los Hechos, así continuó en las siete edades, y así está declarado en las diversas epístolas. Así es como ha sido. Así es como es ahora. Así es como será. No puede cambiar. 16. Ahora, tomemos mucho cuidado de que no estemos confundidos hasta este punto. Por eso acudiremos a la Palabra para confirmar esta declaración. Volvamos al libro del principio, el Génesis. En el Huerto del Edén hubo dos árboles. Uno era bueno; el otro era malo. Uno produjo Vida; el otro produjo muerte. Hubo dos hijos que originalmente ofrecieron sacrificio a Dios. Permítanme repetir eso, ambos ofrecieron sacrificio a Dios. Y aconteció andando el tiempo, que Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehová. Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, y de su grosura. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda;Mas no miró propicio a Caín y a la ofrenda suya. Génesis 4:3-5 17. Pero uno (Caín) era malo, siendo que así era su padre (aquel maligno), mientras que Abel era justo delante de Dios. En otra ocasión había dos hijos que tenían los mismos padres. Eran los gemelos de Isaac y Rebeca. Uno era el escogido de Dios y el otro era un réprobo. Ambos adoraban a Dios. En cada uno de estos casos había adoración a Dios. En cada caso el malo odiaba y perseguía al justo. En algunos casos el malo destruía al justo. Pero note usted: fueron sembrados juntos, vivían juntos. Ambos hacían peticiones a Dios y adoraban a Dios. 18. Estas ilustraciones demuestran perfectamente la parábola del Señor Jesucristo cuando Él dijo que el Reino de los Cielos era semejante a un sembrador que sembraba buena simiente, luego el enemigo viene y siembra cizaña entre aquella buena simiente. Dios no sembró la cizaña. Satanás sembró aquella cizaña allí