📜 El Libro de Sellos - Pág 54
⬅️ 54/484 ➡️
LOS SIETE SELLOS 54 4. ¿Cuántos de ustedes han leído u oído el mensaje “Señores, ¿qué tiempo es?” Eso me ha inquietado mucho en estos días. Si usted no lo ha oído, haga un esfuerzo por obtener una copia. Me ha inquietado y quería mencionar esto antes de comenzar el mensaje de hoy: Hace como diez días yo estaba muy turbado hasta el punto que no quería ni entrar al púlpito; porque yo no sabía, parecía que podía ser algo malo, pero no sabía exactamente lo que era. Entonces un día muy temprano me levanté y fui a un lugar allá en Arizona llamado “El Cañón Sabino”, que está de la casa como a treinta minutos en carro. Después de llegar se puede caminar a pie por otro camino como cuarenta kilómetros por la sierra. Allá es un paisaje muy raro. Yo puedo estar en pleno desierto con temperatura de 90 grados y en treinta minutos estar en dos metros de nieve, allá arriba en el cerro. 5. Hace poco estábamos en Phoenix donde la temperatura estaba a 28 grados y tenían una piscina calentada con gente nadando; luego al viajar a Flagstaff, Arizona, tenían una temperatura de 40 grados bajo cero. Esa es la diferencia en la atmósfera y las corrientes de aire sobre el desierto. Es muy saludable para asmáticos y demás gente con problemas respiratorios. 6. Ahora, yo fui aquel día en mi carro al fin del camino y luego subí a pie en aquel Cañón, hasta donde ya no se podía subir, y mientras estaba allí le rogué al Señor que me dejara saber qué significaba todo esto. Yo estaba algo inquieto y no sabía exactamente qué hacer. Luego mientras estaba orando sucedió una cosa muy rara. Ahora, yo quiero ser honesto: es posible que me haya dormido, pudo haber sido un trance o aun una visión; pero estoy más por creer que fue una visión. Yo tenía las manos extendidas diciendo: “Señor, ¿qué significa aquel trueno? ¿Qué significa la constelación de esos siete ángeles en la forma de una pirámide, que me levantaron de la tierra y me llevaron hacia el Este? Señor, ¿qué significa?” Y estando allí en oración, algo sucedió, algo cayó en mis manos. Ahora, si usted es uno que no entiende las cosas espirituales, esto le puede sonar muy raro; pero algo cayó en mis manos, y cuando miré para ver lo que era, vi una espada. Ahora, el puño era hecho de perla, la más preciosa que jamás he visto. La guarnición, lo que protege la mano en la esgrima, era de oro; luego la hoja de la espada no era muy larga, pero tenía un filo incomparable, y esta hoja era de plata brillante. Esta espada era muy brillante y me cabía tan perfectamente en la mano. Y teniéndola allí, dije: “¡Qué hermosura!” Luego estaba pensando, y ustedes saben que yo siempre he tenido temor de la espada. Estoy agradecido que no viví en los días cuando se usaba porque tengo temor del cuchillo. Entonces pensé:”¿Qué haré con esto?” 7. Y mientras la tenía en las manos, una voz que no sé de dónde