INSTRUCCIONES DE
GABRIEL A DANIEL 25
89. ¿Qué hacen ellos en este mismo día? Ellos lo llaman a
usted un un falso profeta, lo llaman a usted un un comprometedor, lo
llaman a usted un un fanático, un adivino, o un soñador de sueños,
o alguna clase de telepatía mental. “Ellos se volverán
dementes”. Y la palabra demente, si usted la examina, significa
“loco”. Ellos de veras enloquecerán y dirán: “¡Ah!, no
presten atención a ese santo rodador, esa necedad”. “A causa de
la Palabra que yo enviaré en medio de ellos”.
90. ¿Ve usted la historia repitiéndose? Jeremías no
concordaría con sus fariseos, saduceos, herodianos, lo que ellos
pudieran ser; él él solamente expuso la Palabra, y eso hizo que
ellos se enojaran con él. ¿Qué? Ahora noten:Y tomé el vaso de la
mano de Jehová, y di a beber a toda la gente… (Jeremías no se
quedó en casa, Jeremías no se quedó solamente en un sitio, sino
que él hizo que todas las naciones lo bebieran)… a los cuales me
envió Jehová.
91. Jeremías tomó la Palabra del Señor, el vino de Su Palabra…
Y “el vino” es el poder de Su Palabra. El vino tiene un poder.
El vino es una intoxicación. El vino tiene un poder detrás de
ello. “Y yo he tomado la Palabra del Señor (dijo Jeremías), y la
hice manifiesta. El vino, el poder, que está en ello, me he
ejercitado ante ellos, y ellos no lo querían oír.” Dios dijo:
“Entonces yo los enviaré por setenta años a Babilonia”. Eso es
lo que Él hizo. El justo y el injusto fueron a la misma vez.
92. Ahora regresando a la lección. Daniel había estado
leyéndolo. ¡Piénselo! Daniel leyó la misma Palabra que nosotros
estamos leyendo en esta mañana. Daniel leyó la misma Biblia, la
misma puntuación, las mismas oraciones, la misma cosa que yo estaré
(por la ayuda de Dios) leyendo a ustedes en los siguientes mensajes,
las mismas cosas para mostrarles que estamos en el tiempo del fin. Y
Daniel tomó la Palabra de Jeremías, desciendió a Babilonia, y él
era el profeta ungido. Y él obró milagros, señales, podía
interpretar lenguas desconocidas, e hizo señales y maravillas en
medio de ellos, y parándose solo, por sí mismo ¡Amén! Él se
paró solo.
93. Pero Jeremías había escrito estas palabras muchos, muchos
años