Cita 76 - “Yo me vi a mĂ mismo parado allá afuera, al igual que estoy mirando a esta audiencia. Y yo estaba dirigiendo las alabanzas. Yo nunca hice eso. Yo ni siquiera sĂ© cantar en lo absoluto. AsĂ que... Y habĂa una enorme multitud de personas. De este lado, el —el auditorio se veĂa como que estaba afuera, como, oh, yo no sĂ© cĂłmo lo llamarĂan ustedes, como en declive, y como una especie de anfiteatro. Y las hileras llegaban tan lejos que tenĂan que estar elevadas de esta manera, para que los que estaban muy lejos allá atrás, tuvieran que mirar en esta direcciĂłn. Y allĂ en medio... sĂłlo tres hileras de esta manera. Y allĂ en medio, sĂłlo habĂa como hileras de montones de pequeños espásticos, niños inválidos, puestos en esas hileras. Y yo traĂa puesto un traje oscuro, y estaba cantando: “Traedlos, traedlos, traed los pequeñitos a JesĂşs”. Nosotros cantamos eso mucho en la iglesia, especialmente en la dedicaciĂłn de niños. Y habĂa como una—una palco allĂ, en donde se sentaba la celebridad, y el pĂşlpito estaba cerca de eso. Pero yo estaba abajo, dirigiendo las alabanzas. Y de repente, yo estaba allĂ mirándome a mĂ mismo, entonces... ¡Oh!, no traten de entenderlo, porque no pueden. Y estando yo allĂ, entonces sucediĂł que era aquĂ. Yo no sĂ©. Ellos dos se unieron. Y es... Eso es una cosa buena, cuando sus dos se unen.? / Y mientras estaba allĂ, yo me fijĂ© que una persona de renombre vino de muy atrás, de la parte de atrás del lugar. Y ellos estaban... Yo dije: “Bueno, ellos están viniendo al palco de las celebridades”. AsĂ que ellos estaban viniendo en esta direcciĂłn. Y yo pensĂ©: “Bueno, cantarĂ© una vez más mientras esa señora viene”. Ella estaba vestida a la antigua. / AsĂ que esta señora venĂa, y todos tenĂan respeto para esta señora. Y yo pensĂ©: “Bueno, ella irá al palco de las celebridades”. AsĂ que entonces, yo dije: “Una vez más, todos en este lado. Traedlos'. Ahora, por aquĂ, “Traedlos'. Luego, todos los del centro, todos juntos ahora: “Traed los pequeños a JesĂşs”. Tan pronto como yo dije eso, esta dama ya habĂa entrado al palco, y yo pude ver que cuando ella entrĂł al palco todos se pusieron de pie. Y ellos estaban como haciendo asĂ, reconociĂ©ndola, y ella reconociĂ©ndolos. Yo pensĂ©: “Es tiempo de que yo predique, y estarĂ© orando por la gente enferma.” Y subĂ al pĂşlpito asĂ, y el palco estaba como, oh, tan cerca como este hermano que está sentado aquĂ. Y yo me di la vuelta de esta manera. Yo pensĂ©: “Bueno, ahora esa dama se inclinará hacia mĂ de manera que yo pueda reconocerla. Y entonces, cuando yo volteĂ© ella ya tenĂa su rostro inclinado de esta manera, y yo estaba inclinando mi rostro de esta manera. Y cuando yo levantĂ© mi rostro al mismo tiempo para saludarla, era mi mamá: joven, hermosa. MirĂ© hacia ella. Yo la mirĂ©. Dije: “Mamé”. Ella dijo: “Billy”. Y en ese momento, los relámpagos empezaron a iluminar el edificio, los truenos rugieron, y hubo un sacudimiento. Y una voz dijo: “No temas con respecto a tu madre”. Dijo: “Ella está igual que en 1906”. / ÂżY saben lo que era ella en el 1906? Era la novia de mi padre; ese fue el año en que ella se casĂł.”
EspĂritu de Verdad Phoenix, Ariz., 1-18-63