📖 El Libro de Edades - Pág 118
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LAS SIETE EDADES DE LA IGLESIA 118 mensajero. También se encuentran las Edades de la Iglesia en un estudio de la historia. Uno simplemente necesita leer las Edades como se encuentran en Apocalipsis, y todo armoniza perfectamente con la historia como en verdad tiene que ser. Siendo que las Edades de la Iglesia fueron predichas por Dios, y sus mismas condiciones fueron reveladas, entonces de hecho, la historia que seguiría sería igual a lo que dice la Biblia. Así es de sencillo; pero entonces sencillez es la clave de la Palabra. Ahora, con todo esto no he sido simplemente un estudiante y un historiador, yo he procurado ser un hombre de mente espiritual, y solamente fue por la absoluta aprobación del Espíritu de Dios que escogí a los hombres que he señalado. Esto es tan cierto como Dios conoce mi corazón. EL MENSAJERO 2. Usando la regla que nos fue dada por Dios para reconocer el mensajero para cada edad, declaramos sin lugar a dudas que Ireneo fue exaltado por el Señor a esa posición. Él fue el discípulo de Policarpo, aquel gran guerrero y santo de la fe. Y no hay duda de que mientras él estaba sentado a los pies de este gran hombre, aprendió las virtudes cristianas que procedían de su vida consagrada; porque Policarpo fue en verdad uno de los santos ilustres de todas las edades en vista de su vida irreprensible. Usted recordará por su propia lectura, que Policarpo fue martirizado. Siendo demasiado viejo para huir y demasiado sincero para permitir que otro lo escondiera y luego que aquel sufriera el castigo por hacerlo, él se entregó a la muerte. Pero antes de hacerlo, pidió permiso, y le fue concedido para orar dos horas por sus hermanos en el Señor, por el gobernador, por sus enemigos y por los que le habían capturado. Como los poderosos santos de todas las edades y deseando una mejor resurrección, él se mantuvo firme, negando renunciar al Señor, y murió con una consciencia libre. Él fue puesto en la pira sin que le amarraran, por su propia petición, y fue encendido el fuego. Siendo que las llamas rechazaban su cuerpo, entonces fue traspasado con una espada. Cuando esto fue hecho, brotó agua de su costado apagando las llamas. Realmente se vio la partida de su espíritu en la forma de una palomita blanca que salió de su seno. Sin embargo, aun con un testimonio tan maravilloso, este estudiante de Juan el Revelador no militó en contra del sistema nicolaíta, porque él mismo se