LAS SIETE EDADES DE LA IGLESIA 146
ción, y nosotros que estábamos muy lejos, ahora estamos cerca por medio de Su Sangre.
100. Y ellos nunca llegarán a la condenación. Nunca estarán en aquel Lago de Fuego. Nunca se perderán porque a Él no se le perderá ni uno solo. Donde esté Jesús, allà estarán todos los redimidos.
101. ÂżSabe por quĂ© es eso? Se lo ilustrarĂ©. Yo tengo un hijo, JosĂ©. Venga lo que venga, Ă©l es parte de mĂ. Si yo fuese un hombre rico, lo peor que pudiese hacer serĂa desheredarlo, pero no hay nada que yo podrĂa hacer para negarlo. No puedo porque Ă©l es una parte de mĂ. Venga pues, probemos la sangre. Comparemos su sangre con la mĂa. Yo probarĂ© que JosĂ© es mi hijo. Él es mĂo.
102. Es la prueba de la sangre la que muestra si usted pertenece a Dios o no.
103. Hablando de esto, recuerdo la ocasiĂłn cuando yo andaba de vaquero con Los Herefords de pura sangre allá en Colorado. TenĂamos que traer aquel ganado para la inspecciĂłn del agente federal si querĂamos alimentarlos en terrenos del gobierno federal. Pero no admitĂan ni un solo animal que no tuviera la cĂ©dula de la sangre en la oreja. La cĂ©dula señalaba que era de sangre pura. El inspector que los estaba revisando nunca miraba la marca, solamente miraba la cĂ©dula para ver si la sangre era la sangre correcta. ¡Aleluya! Si es la sangre correcta, tiene que estar bien.
104. Dios se fijĂł en el mundo y declarĂł: “El alma que pecare, morirá. Será separado de MĂ. No puede allegarse a MĂ.” Sabemos que todos han pecado y están destituidos de la gloria de Dios. Eso quiere decir que todos murieron, todos fueron separados; y llegarĂa el tiempo y el dĂa en que aun esa vida serĂa quitada y terminarĂa todo. Pero Dios, en amor, tomĂł un animal y recibiĂł su vida en el lugar de la vida del pecador.
105. En el Antiguo Testamento el pecador traĂa un cordero. Él colocaba su mano sobre el cordero mientras el sacerdote cortaba la garganta del cordero. Él sentĂa la sangre y oĂa el balido. Él sentĂa el endurecimiento del cuerpo en la muerte. Él veĂa el humo de la sangre esparcida subir hacia Dios. Él sabĂa que el cordero habĂa tomado su lugar. Él sabĂa que la vida del cordero habĂa sido dada por la de Ă©l. Pero la vida de aquel cordero era vida animal y no podĂa volver sobre el pecador para limpiarlo. AsĂ que se iba con el mismo deseo de pecar. Él salĂa con pecado en la mente, y volvĂa un año despuĂ©s para ofrecer un sacrificio