LA EDAD DE SMIRNA 147
por la misma cosa.
106. Pero no sucedió así en el Nuevo Testamento. Nuestro Cordero que murió es el Hijo de Dios, Quien dio Su Sangre como rescate por muchos. Por fe venimos y ponemos nuestras manos en aquel Cordero lo vemos con las heridas sangrientas, la espalda lacerada, las espinas crueles rasgándole la frente; sentimos Su dolor y le oímos clamar: “¡Mi Dios, Mi Dios, ¿por qué me has desamparado?” Y ¿qué sucedió? La Vida que partió de aquella célula de sangre, vino sobre el arrepentido. La Vida que estaba en Él vino sobre nosotros. Regresamos sin el deseo de pecar, y ahora odiamos las obras y las codicias de la carne.
107. Fíjese en nosotros. ¿Qué es nuestra vida? Solamente una pequeña célula que vino de nuestro padre. La hembra no tiene la hemoglobina. Solamente produce el óvulo, ella es la incubadora; pero la sangre viene del varón. Esa es la razón por la cual la mujer toma el nombre del varón. Los hijos toman su nombre también. La madre es la incubadora para los hijos que le presenta a él.
108. Eso fue lo que sucedió para nuestra redención. El Espíritu Santo vino sobre María y ella dio a luz un Hijo y le llamó Jesús. El gran Creador bajó y se hizo sacrificio por nuestros pecados. Su Sangre era la Sangre de Dios. Eso es exactamente lo que era. Aquella Sangre de Dios fue derramada y el Espíritu partió de Él mientras murió en agonía. Entonces, la MISMA VIDA (ESPÍRITU) regresó para morar en el pecador arrepentido, y para libertarlo. Aquel pecador no viene año tras año, sacrificio tras sacrificio, porque no había necesidad de ello. Por medio de UN sacrificio, una vez y por siempre, él ha sido libertado del dominio del pecado, y ha recibido la Vida de Cristo por la cual reina en victoria sobre el pecado, el mundo, la carne y el diablo.
109. Dios lo hizo. Él lo hizo todo. Él clamó al mundo esclavizado en el pecado: “Os daré una señal. Una virgen tendrá un niño, una virgen concebirá y parirá un hijo. Esa será vuestra señal. Será una señal eterna. Lo que ella dé a luz será Emmanuel, Dios con nosotros.”
110. Dios bajó en una célula de sangre, no por medio del hombre, sino por el Espíritu Santo, y en aquel vientre virgen fue creado un tabernáculo con el propósito de morir. La Simiente de la mujer vino con el fin de que fuera herida para así traernos nuestra salvación. Cuando el Espíritu Santo vino sobre María, Él creó dentro de su vientre la célula que se multiplicaría y llegaría a ser el cuerpo de nuestro Señor. Aquella célula fue creada. Fue el