LAS SIETE EDADES DE LA IGLESIA 86
La santidad no era para ellos una frase ni tampoco una figura gramatical; era un modo de vivir.
51. “Has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos.” Esto en verdad parece una declaración torpe. “Has probado a los que se dicen ser apóstoles.” ¿No es eso presunción? ¿Qué derecho tiene una gente de probar a aquellos que se dicen ser apóstoles? ¿Y cómo los probaron? ¡Oh, cómo amo esto! Aquí está en Gálatas 1:8:
Mas aun si nosotros o un ángel del cielo os anunciare otro evangelio del que (ya) os hemos anunciado sea anatema.
52. Fueron los apóstoles quienes trajeron la Palabra original al pueblo. Aquella Palabra original no podía cambiar ni siquiera en un punto ni en un tilde. Pablo sabía que era Dios Quien la había hablado, así que él dijo: “Aun si yo vengo y procuro darles una segunda revelación, si trato de hacer un solo cambio en lo que les entregué originalmente, soy anatema.” ¿Ve usted? Pablo sabía que aquella primera revelación era correcta. Dios no puede dar una primera revelación y después una segunda revelación. Si lo hiciere, entonces demostraría que tuvo cambio de pensamiento. Él puede dar una revelación y después agregar a esa revelación, como lo hizo en el Huerto del Edén cuando prometió la Simiente a la mujer, y luego estableció que aquella Simiente tenía que venir a través de Abraham, y después dijo que vendría por la sangre de David. Pero era la misma revelación. Solamente daba a la gente más información para ayudarles a recibirla y a entenderla. Pero la Palabra de Dios no puede cambiar. La Simiente vino exactamente como fue revelado. ¡Aleluya! ¿Y ve usted lo que estaban haciendo aquellos apóstoles falsos? Ellos vinieron con su propia palabra. Aquellos efesios conocían la Palabra como Pablo la había enseñado. Ellos estaban llenos del Espíritu Santo por medio de la imposición de las manos de Pablo. Ellos se encontraron cara a cara con aquellos apóstoles falsos y les dijeron: “Ustedes no están diciendo lo que dijo Pablo. Por eso ustedes son falsos.” Oh, eso incendia mi corazón. ¡Vuelva a la Palabra! No es usted el que en verdad prueba al apóstol y profeta y maestro. Es la Palabra la que los prueba. Alguno de estos días vendrá un profeta a la Iglesia de la Edad de Laodicea y usted sabrá si él es el verdadero enviado de Dios o no. En verdad lo sabrá, porque si Él es de Dios, él permanecerá en esa Palabra exactamente como Dios se la dio a Pablo. Él no se desviará de esa Palabra por un momento, ni por un