LA EDAD DE EFESO 89
resbalar la Palabra, ella entra a los abismos de oscuridad de Satanás. Y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado por mi nombre, y no has desfallecido. Apocalipsis 2:3
58. Esto es casi igual a lo que dice en el versĂculo 2. Pero en el versĂculo 2, el trabajo, la obra y la paciencia eran los resultados de haber guardado la sagrada Palabra que habĂa sido encomendada a ellos. ¡CĂłmo es que rechazaron a los adversarios! ¡QuĂ© crĂ©dito eran para Pablo! Pero en este versĂculo, sus persecuciones, pruebas y paciencia eran por causa del bendito Nombre de JesĂşs.
59. Ahora fĂjese usted en que eso no es demasiado extraño, porque es la Palabra y el Nombre los que hacen que el enemigo corra tras nosotros como rĂos. Aquella Palabra poderosa que fue manifestada en sanidades, señales, prodigios y otras demostraciones, hizo que los fariseos clamaran por la muerte de los verdaderos creyentes. Y ahora aquel Nombre odiado y despreciado por los judĂos, fue motivo de mofa por los intelectuales, quienes se reĂan al pensar en que alguien fuese tan insensato para creer que un hombre muriĂł, luego resucitĂł y ahora está sentado en los Cielos. AsĂ que aquĂ estaban los perseguidores religiosos, los judĂos, maldiciendo a este JesĂşs, el cual era para ellos un MesĂas falso; y aquĂ estaban los demás riĂ©ndose con gusto y mofándose ásperamente del Nombre de un dios nuevo, que para ellos ni siquiera era dios.
60. Ahora, aquĂ está otra cosa que empezĂł en aquella edad y que continuará a travĂ©s de las edades, llegando a ser más profunda y más oscura. Es el hecho de que la gente estaba repudiando aquel Nombre. No era la mera iglesia de Efeso la que lo estaba haciendo, no señor, eran los falsos apĂłstoles. Era el de afuera tratando de entrar para corromper a los creyentes. Los efesios conocĂan aquel Nombre y lo amaban. Recordemos el origen de la iglesia de Efeso. Era un grupo pequeño, que estaban esperando al MesĂas; ellos oyeron a un profeta que decĂa que era el precursor del MesĂas, el cual habĂa aparecido en el desierto de Palestina y estaba bautizando a la gente hacia el arrepentimiento de pecados. Entonces, recibieron el bautismo de Juan. Pero cuando Pablo vino a ellos, les dijo que aquel profeta habĂa muerto, y que JesĂşs habĂa venido y habĂa ofrecido Su vida como sacrificio por el pecado, y que ahora el EspĂritu Santo habĂa descendido para entrar y llenar a todo verdadero creyente en JesĂşs —el Me