📜 El Libro de Sellos - Pág 25
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DIOS EN SIMPLICIDAD 25 enviarlo con un palo en la mano para librar al pueblo. Moisés no pudo hacer eso con su entrenamiento militar, ni con su educación científica, ni con fuerza militar; pero Dios le dio un palo chueco del desierto y con eso fue y libertó al pueblo. Dios en la humildad, en la simplicidad. Dios estaba en el palo chueco y en Moisés; por cuanto Moisés tenía el palo, lo tenía Dios, porque Dios estaba en Moisés. Cierto. No con ejército, ni con fuerza, sino con mi espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos. Zacarías 4:6 92. Pero Moisés con fe sencilla tenía un entendimiento, por las enseñanzas de su madre, que él habría de ser el libertador; y él se entrenó en la fuerza militar para esta obra, pero eso falló. ¿Ve usted? Él tenía el entendimiento, tenía la educación, pero esas cosas no le sirvieron. Tuvo, pues, que olvidarse de todo eso y venir a la conclusión sencilla de tomar a Dios por Su Palabra, luego libertó a la gente. Dios liberta por fe en Su Palabra; siempre ha sido así. 93. Veamos por unos momentos el ejemplo de Caín y Abel. Caín trató de agradar a Dios por una cosa hermosa; igualmente hoy, la gente piensa que están agradando a Dios por el hermoso bienvestir de la congregación y con el sacerdote y el coro con sus batas, etc. ¿Puede ver usted de dónde vino todo eso? Caín trató de agradar a Dios en la misma manera. Edificó un altar, y sin duda lo hizo muy bien. El hombre era sincero, estaba adorando, pensó: “Con tal de que sea yo sincero, no importa lo demás.” Pero SÍ importa. Uno puede estar sinceramente errado. 94. Pero note usted, él edificó este altar tan bonito y colocó flores todo alrededor y sobre el altar colocó frutas hermosas, y pensó: “Seguramente un Dios tan grande y santo, limpio y hermoso, aceptará este sacrificio.” Pero la cosa es que lo hizo con su propia sabiduría, lo hizo según sus propios pensamientos. Así sucede hoy; hacen estas cosas según su propia sabiduría, por su educación y las cosas que han aprendido. 95. Pero Abel, por la revelación, por fe, ofreció a Dios un sacrificio más excelente. No hubo nada de limpio en cuanto a su sacrificio, humanamente hablando; tomó al corderito y lo amarró con una vid y lo llevó a un altar que no tenía nada de bonito; lo colocó sobre el altar y le cortó el pescuezo con una piedra puntiaguda hasta que la sangre salió brotando por todos lados, y el corderito daba balidos mientras moría. Pues era una escena horrorosa a la vista, pero era una cosa sencilla. En simplicidad, él sabía que había nacido de la sangre de sus padres; nació en la sangre de su mamá, por la sangre de su padre. Fue la sangre que causó la caída, entonces la sangre tenía que ser el remedio. Entonces él ofreció a Dios un sacrificio más excelente porque le fue revelado.