📜 El Libro de Sellos - Pág 39
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DIOS EN SIMPLICIDAD 39 142. Alguien podría decir por allí: “Nosotros sabemos que usted pertenece a la Iglesia Unitaria, pero si se viene con nosotros, las Asambleas, pues haremos esto y aquello.” 143. “Me parece bien, lo voy a hacer.” ¿Una caña meneada por el viento? Juan no fue así, no señor. “Si usted viene a ser un saduceo en vez de un fariseo.” Juan no fue meneado por ningún viento, no señor, Juan no fue así. 144. Entonces les preguntó: “¿Qué, pues, salisteis a ver, un profeta?” Era necesario ser un profeta para hacer esas cosas; esa fue la evidencia de un profeta, la Palabra de Dios con él. La Palabra de Dios viene al profeta. “¿Qué salisteis a ver, un profeta?” 145. “Sí, esa es la verdad.” 146. “Pero yo os digo que aun más que un profeta.” Sí, porque así fue. ¿Por qué fue más que un profeta? Él fue el mensajero del Pacto que cerró la brecha entre la Ley y la Gracia. Él fue la piedra angular que ya había sido descrita. Jesús dijo: “Si podéis recibirlo, este es aquel de quien los profetas hablaron: ‘He aquí (Malaquías 3), yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí.” Oh, él fue tan sencillo, pero fue Dios una vez más ocultándose en la simplicidad. 147. Ahora fíjese en lo que hizo. Predicó del poderoso Cristo que venía: “Su aventador en su mano está, y con él está aparejando su camino. Juntará toda la basura y la quemará, mas el grano juntará y lo llevará al alfolí.” ¿Ve usted? Él estaba inspirado. 148. Pero cuando llegó Jesús, todos los apóstoles estaban buscando la llegada de algo tremendo. ¡Qué cosa! Decían: “Él ya viene, y cuando llegue será poderoso y destruirá a todos los romanos. Hará que los griegos se aparten para acá y los romanos para allá;” pero cuando llegó, pues, era un hombre de poca estatura, humilde y se dejaba empujar de un lado a otro. ¿Qué era? Dios escondiéndose en la simplicidad. Luego al fin de su ministerio pronunció aquellas palabras tan tremendas: “¿Quién me puede acusar de pecado? Ahora, todo lo que dicen las Escrituras que yo debería hacer, si no hago las obras de mi Padre, entonces condénenme; pero ¿qué dicen las Escrituras que yo debía hacer que no he hecho?” Usted sabe que el pecado es incredulidad. “¿Quién me puede acusar? Si yo por la mano de Dios echo fuera los demonios, entonces muéstrenme por medio de qué lo están haciendo ustedes.” Eso fue la simplicidad. Él aun se rindió a la muerte, pero ¡oh, en aquel domingo de la resurrección! Entonces en verdad barrió toda la basura, sí señor, y el trigo fue sellado en el alfolí, reposando bajo la tierra con Vida Eterna, esperando el gran día del cual vamos a hablar —la Venida del Señor, cuando esa Vida será vivificada y saldremos en esa resurrección y seremos levantados en el aire para ser