LOS SIETE SELLOS 38
fueron bajados. “No penséis que tenéis a Abraham por padre. No me empecéis a decir esas cosas porque Dios puede levantar hijos de estas piedras.” Los lugares altos fueron hechos bajos. ¡Oh, gloria a Dios! Allí está. ¿Ve usted la diferencia? Él dijo que esas cosas sucederían; y ellos estaban pensando que estaban listos para recibirlo si venía a su propia organización; pero vino en esa manera tan sencilla; no obstante conforme a la interpretación de las Escrituras. Los lugares altos fueron hechos bajos. Ellos no lo quisieron aceptar de esa manera, pero así fue. Él en verdad les cortó duro, les quemó la piel, diciendo:
Generación de víboras (serpientes en la grama), ¿quién os ha enseñado a huir de la ira que vendrá?Ahora, ya también la segur está puesta a la raíz de los árboles; y todo árbol que no hace buen fruto, es cortado y echado en el fuego. Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; mas el que viene tras mí, más poderoso es que yo; los zapatos del cual yo no soy digno de llevar; él os bautizará en Espíritu Santo y en fuego. Su aventador en su mano está, y aventará su era; y allegará su trigo en el alfolí, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará.
Mateo 3:7, 10-12
140. Entonces fue cuando los lugares ásperos fueron allanados; pero la gente no lo captó aunque estaba exactamente conforme a la Palabra, exactamente como la Palabra lo decía. Fue tan sencillo que no lo vieron. No vaya usted a ser tan ciego, no sea tan ciego.
141. Ahora escuche. Ellos lo pasaron por alto porque él fue demasiado sencillo para cuadrar con sus creencias comunes de tal persona. Ahora de nuevo, ¿qué sucedió? Dios (la Palabra) ocultándose en la simplicidad. No fue un sacerdote con el cuello al revés y mucha educación. Jesús les preguntó la misma cosa: “¿Qué salisteis a ver? (cuando le llegaron unos discípulos de Juan), ¿un hombre vestido con vestiduras de sacerdote y cosas delicadas? ¿Fue Juan esa clase de predicador? ¿Salisteis a ver tales cosas? No señor, porque esa clase de predicador es el que besa a los niños y entierra a los muertos. Ellos no conocen nada acerca de una espada de dos filos allá en el campo de batalla, mejor se entretienen haciendo una plática intelectual a un club social. Allí están bien, pero cuando es cuestión de encarar la batalla, entonces de eso no saben nada; se mantienen en palacios de reyes y con esa clase de celebridad.” Luego les preguntó: “¿Pero qué salisteis a ver? ¿Salisteis a ver una caña meneada por el viento?”