LA BRECHA 75
Dios tomarán una idea que sale del seminario en vez de la Palabra de Dios, igual como hizo Adam. Él canjeó sus derechos. Y cuando él hizo esto, todo volvió directamente hacia atrás. ¿No puede ver usted dónde ha estado todo este tiempo durante las edades? Volvió directamente al dueño original. Y ahora Juan en el espíritu, parado en el Cielo, acaba de ser levantado de entre las edades de la Iglesia; en el capítulo 4 fue levantado porque le fue dicho: “Sube acá porque te voy a mostrar las cosas que vendrán.” Y él vio uno sentado sobre el Trono con este Libro en la mano derecha. Piénselo bien. Luego en este Libro estaba el título de la redención y estaba sellado con siete sellos. Luego vino un Ángel Fuerte predicando en alta voz: “¿Quién es digno de abrir el Libro y de tomarlo? ¿Quién es digno de abrir este Libro y desatar los sellos?” ¿Ve usted? Juan vio estas cosas y el Ángel hizo esa pregunta: “¿Quién es digno? Dejad que él...” ¡Oh hermano! Puede ser que simplemente me siento de esta manera, pero el Ángel dijo: “Dejad que él...” Aquí está el Libro de la Redención, aquí está el plan de la redención, aquí está la única manera en que usted alguna vez podrá ser redimido, porque aquí está el título de la redención de los Cielos y de la Tierra. “Dejad que alguien se presente, si quiere; que ahora hable o para siempre se quede callado; dejad que se presente para reclamar este Libro. ¿Quién es digno de hacerlo?”
84. Entonces Juan dice que no hubo hombre en el Cielo digno de hacerlo; tampoco hubo digno sobre la Tierra, ni entre los que estaban debajo de la tierra (los que habían muerto) no hubo ninguno digno. No fue hallado ninguno digno. La llamada del Ángel era para que se presentara el Redentor semejante. Dios dijo: “Yo tengo una ley por medio de la cual un redentor semejante puede ser un sustituto; ahora, ¿dónde está este Redentor semejante?” ¿Quién tenía la capacidad de tomar el Libro? Entonces desde Adam, a través de todos los profetas y apóstoles, no hubo nadie hallado digno. Eso es algo muy tremendo. No hubo nadie en el Cielo, ni sobre la Tierra, ni uno de entre los que habían vivido antes. Allí estaba Elías, Moisés y todos los apóstoles, y todos los que habían muerto; estaban todos los hombres santos como Job, y los sabios. Todos estaban presentes y nadie era digno ni aun de mirar el Libro, mucho menos de tomarlo y romper los sellos. Ahora ¿dónde está el Papa y los demás? ¿Dónde está el obispo? ¿Dónde está nuestro mérito? Nosotros somos nada.
85. Él pidió que el Redentor semejante apareciera si le fuera posible. Juan entonces dijo que no había ningún hombre digno. No quiere decir que no había personas dignas como por ejemplo el Ángel Gabriel o Miguel; pero recuerde también que tenía que ser uno semejante a nosotros. Recuerde, Juan dijo que no había HOMBRE digno, no dijo ángeles o serafines; ellos no habían pecado, estaban en una categoría completamente aparte; nunca habían caído; pero