📅 El Libro de Semanas - Pág 105
⬅️ 105/162 ➡️
LAS SETENTA SEMANAS DE DANIEL 105 el aire. Y yo estaba allí arriba predicando en alguna parte, y él subió para ver de qué se trataba. Y cuando él subió allí sobre el tope de ese pico, pues, él dijo, que allá lejos había una luz que parecía plateada, como una plancha; yo estaba parado predicando a la gente. Y él me llamó la atención, y yo miré hacia él, y él dijo: “¿Cómo usted ha podido llegar allí? ¿Y cómo podría yo llegar allá?” 10. Yo dije: “Leo, ningún hombre puede venir aquí; Dios es el que coloca a un hombre aquí. Ahora, usted no tiene que subir aquí. Usted tiene que bajar y testificar a esa gente allá abajo, después que usted lo ha visto, que esto es la Verdad, que esa es la Verdad”. Leo regresó allá abajo para testificar a la gente. 11. ¿Cuánto tiempo ha sido eso, hermano Leo? Varios años, ¿no es así? Varios años. Desde entonces, hasta donde yo sé, él ha sido fiel haciendo eso: testificando a la gente que el ministerio viene de Dios. Y yo – yo no quiero que esto venga de mí. Si eso es de mí, entonces eso no está bien, porque no hay nada bueno en un hombre. ¿Ve? Eso tiene que venir de Dios. 12. Ahora, cuando miro alrededor... Y ayer en la tarde yo saludé a mi amigo, el hermano West. Yo no he podido localizarlo todavía en el edificio (sí, lo tengo ahora, esta mañana). ¿Y sabe usted cuánta distancia la gente conduce? Todo el camino desde allá en – en Alabama para estar un domingo aquí, desde por allá de Alabama. 13. El hermano Welch Evans, le eché de menos el domingo pasado. Alguien dijo que estaba aquí hoy. Estas personas conducen desde Tifton, Georgia, para estar aquí. Y el hermano está sentado aquí y sus compañeros. Tantos... El hermano Palmer de Macon, Georgia. Y veo, creo, a la hermana Ungren y ellos allá atrás. Ellos vienen de lejos desde Memphis, Tennessee. Ahora, usted piensa... Y otros de otros lugares. Encontré una dama aquí dentro, de allá lejos, de Carolina del Sur. 14. Ahora, usted piense que la gente aquí (comencé viendo gente desde Chicago, de diferentes lugares), conducen centenares y centenares de millas para asistir a un servicio. Entonces cuando ellos llegan aquí, no hay lugar dónde sentarse, no hay cuartos con aire acondicionado; un viejo y caliente edificio para estar de pie –se