LAS SETENTA
SEMANAS DE DANIEL 125
car esto. Que cuando ellos rechazaron al MesĂas fue cuando
ellos, por supuesto, rechazaron a JesĂşs como Salvador y lo
crucificaron. Recuerde aquà lo que la Biblia dice: “Él será
cortado, pero no por SĂ Mismo, el MesĂas PrĂncipe...” Ahora,
piense cuán cerca esa profecĂa dio en el blanco. Yo quiero tener
esto metido dentro de ustedes: que si esa profecĂa dio exactamente
con la fecha, exactamente al tiempo, y exactamente de la manera que
dijo que eso serĂa, este otro siete – esta otra sĂ©ptima semana
que resta… unos siete años, mejor dicho (siete dĂas: siete años)
– acertará exactamente de acuerdo a la Escritura.
101. Ahora recuerde, Él fue cortado – el MesĂas. Dios cesĂł
de tratar con ellos – los judĂos. Ellos no fueron más adelante.
Entonces fueron esparcidos por el imperio romano. Y si ha notado
usted sobre mi diagrama aquĂ… Y yo quiero que usted capte esto
ahora y lo dibuje. ÂżNotĂł usted aquĂ donde tengo la cruz? Eso es
donde ellos le rechazaron. Pero el tiempo se extendió un poco más
allá sobre eso. ¿Ve? ¿Por qué? 30, 40, 50, 60, 70 – 40 años
más tarde, Tito el General romano, destruyó a Israel –
Jerusalén, y esparció al pueblo a todo el mundo.
102. Vea usted, Tito 40 años más tarde... Asà que el tiempo
judĂo fue extendido hasta completar... Dios no estaba tratando con
ellos. Él solamente trató con ellos hasta que rechazaron a Cristo.
Entonces cuando ellos crucificaron a Cristo, ellos clamaron: “Sea
Su Sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos”. Y asà ha sido
desde entonces. Pero antes de que ellos fueran esparcidos...
¡Escuchen! ¡Oh, hermanos! Antes que ellos fueran esparcidos a todo
el mundo, Dios tomó cerca de 40 años para destruir el templo y
esparcirlos por todo el mundo; pero Dios no volviĂł a tratar con
ellos más. Dios dejó de tratar con ellos. Él fue para tratar con
los gentiles. Usted sabe eso – Âżlo entiende ahora? Ahora, aquĂ
comenzamos en las edades de la Iglesia, el tiempo gentil, Dios
alejándose de los judĂos.
103. Ahora, mi hermano misionero, que iba a – a los judĂos, un
amado y precioso hermano aquĂ en alguna parte; aquĂ es lo que yo
quiero que usted capte y entienda. Vea, Dios dejĂł de tratar con los
judĂos allĂ, porque Dios siempre trata con Israel como una naciĂłn;
todos