LAS SETENTA
SEMANAS DE DANIEL 137
edad aquĂ fue una gloriosa edad. La prĂłxima edad se dijo que
habrĂa una doctrina llamada – o algo vino llamado la – “los
dichos de los nicolaĂtas”. DespuĂ©s se convirtiĂł en lo
siguiente, en una doctrina. Entonces viene el matrimonio de – la
iglesia nicolaĂta, y la persecuciĂłn de los santos. Todo sucediĂł
justamente de esa manera. Venimos a la siguiente, que comienza con
un poquito de luz. “Tú tienes un poco de fuerza y tienes un
nombre de que vives, pero estás muerto. Esfuérzate en lo cual tú
ya tienes, no sea que yo venga y quite tu candelero”.
147. Wesley vino después de ésa, con su edad. Vemos exactamente
lo que es la Edad de Wesley... ÂżCĂłmo fue llamada? Filadelfia, la
más grande edad – la edad de amor que alguna vez hemos tenido, la
Edad de Filadelfia. Correcto. En el tiempo de Juan Wesley... Cuando
él salió, entró Pentecostés, y ésa era tibia. Entonces
regresamos y averiguamos quĂ© clase de mensaje vendrĂa a los
pentecostales en el fin... Y recuerde, cada uno vino en el fin de la
edad. San Pablo vino en el fin, el resto de ellos vinieron en el
fin: San Ireneo y todo el resto de ellos. La edad de uno se trasladĂł
a otra, y se empalmó, y él tomó eso y continuó a la siguiente
edad con ello. ÂżVe?
148. Ahora, hallamos en esta edad... Ahà están las estrellas
como lo tenemos allĂ. Tenemos un mensajero estrella; tenemos una
persona, un – un Mensaje que sale para la edad, un pueblo para
rechazarlo, un pueblo para recibirlo. Y el mensajero para esta edad
iba a venir en el poder de ElĂas. ¡Eso es correcto! Y Ă©l iba a
restaurar la fe de los hijos a la fe de los padres, traer el
remanente pentecostal que se quedĂł, otra vez a la verdadera fe
apostĂłlica.
149. Ahora, la verdadera fe apostĂłlica, si usted lo lee en el
libro de los Hechos, usted hallará que no hubo nunca en ningún
tiempo una persona que fuera bautizada en el Nombre de: Padre, Hijo
y EspĂritu Santo. No hubo nunca uno de ellos que alguna vez fuera
rociado. No habĂa nada de esta cosa que continĂşa hoy, llamada
pentecostés, que alguna vez sucedió allá. Ellos tuvieron
verdaderas manifestaciones, y el EspĂritu de Dios entre ellos, que
era infaliblemente el Hijo de Dios obrando con ellos. Esta persona
que iba a venir – mejor dicho, este Mensaje que estaba por venir,
iba a ser como ElĂas. ElĂas iba a