LA PALABRA HABLADA
96
deje que ellos me agarren,” gritando y agarrándose en la cama.
Dijo: “Allà están parados, ¿no puede verlos? Vienen detrás de
mĂ.” Él habĂa postergado a Dios por mucho tiempo. Él tenĂa
grandes graneros llenos de heno, llenos de trigo, finos caballos de
carrera. Un año antes él maldijo a Dios en su cara, abofeteó a su
esposa por ir al tabernáculo. ¿Usted sabe lo que sucedió? Rayos
golpearon su granero, mataron sus caballos y quemaron su heno. Y el
hombre muriĂł en alguna clase de hechizo, tratando de quitarse los
demonios de él.
156. Y un antiguo amigo mĂo (¡gloria!) parándose allĂ, vino
al fin del camino. Yo dije: “¿Está usted yéndose papá?”
157. Dijo: “Esto es asĂ, Billy.”
158. Yo dije: “¿Cómo es eso?”
159. Él dijo:”Todo está bien.” Dijo: “Tráiganme a los
hijos al lado de mi cama.” Él puso sus viejas manos débiles
sobre cada uno de ellos y les bendijo. Dijo a sus dos hijos, dijo:
“Levanta mis manos, levántalas como Josué y Caleb lo hicieron.”
Preguntamos lo que él iba a decir. Él dijo:
¡DĂa feliz, dĂa feliz!Desde que JesĂşs me lavĂł de mis
pecados. Él me enseño cómo vigilar y orar,Y vivir regocijándome
cada dĂa.
160. Tenemos que venir a algunas de estas cosas, amigos. No hay
nadie que no desee comer buena comida, conducir un bonito carro, y
tener lo mejor que podamos tener. No lo culpo a usted, eso está
bien, Dios quiere que usted tenga eso, pero…
No codiciéis estas vanas riquezas del mundo. Que tan rápidamente
se marchitan,SĂłlo edifica tus esperanzas en cosas eternas,Ellas
nunca pasarán.
161. Levantemos nuestras manos mientras cantamos: