📖 El Libro de Edades - Pág 92
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LAS SIETE EDADES DE LA IGLESIA 92 está en la Palabra. Usted comienza con verdaderos creyentes renacidos, y cuando llega la siguiente generación no son sencillamente cristianos, sino que han tomado un nombre denominacional y ahora son bautistas, metodistas, etc. Eso es exactamente lo que son. No son cristianos. Para ser salvo, usted tiene que ser nacido de la voluntad de Dios, no de la voluntad del hombre; pero ahora todas estas gentes se están juntando por la voluntad del hombre. Yo no digo que algunos no están bien con Dios, ni por un momento digo eso, pero el fuego original ha muerto, ya no son los mismos. 67. El deseo ferviente de honrar a Dios, la pasión de conocer Su Palabra, el lloro de penetrar en el Espíritu, todo eso empieza a decaer y en vez de aquella iglesia estar ardiendo con el fuego de Dios, se ha enfriado y se ha hecho un poco formal. Eso es lo que estaba sucediendo allá con los efesios, estaban llegando a ser un poco formales; el rendimiento completo a Dios estaba decayendo y la gente no tenía cuidado de lo que Dios pensaba de ellos a medida que comenzaron a tomar en cuenta lo que el mundo pensaba acerca de ellos. La segunda generación era igual a Israel. Ellos pidieron un rey para así ser igual a las demás naciones. Cuando hicieron eso, rechazaron a Dios. Pero de todos modos lo hicieron. Esa es la historia de la iglesia. Cuando ella piensa más en ajustarse con el mundo en vez de ajustarse con Dios, no tardará mucho tiempo para que usted comience a ver que dejan de hacer las cosas que hacían y empiezan a hacer cosas que no hicieron originalmente. Cambian su modo de vestir, sus actitudes y su comportamiento. Llegan a ser flojos. Eso es lo que quiere decir Efeso: ‘descansado y desatado.’ 68. El ciclo de avivamiento y muerte nunca ha fallado. Solamente tiene uno que recordar esta última obra de Dios en el Espíritu cuando hombres y mujeres se vestían como cristianos, asistían a la iglesia, oraban toda la noche, predicaban en las calles y no tenían vergüenza de las manifestaciones del Espíritu. Dejaban sus iglesias muertas y adoraban a Dios en hogares y en edificios comerciales. Ellos tenían realidad. Pero no tardó mucho tiempo cuando empezaron a tener suficiente dinero para construir magníficas iglesias nuevas, pusieron un coro en vez de cantar a Dios por sí mismos, les pusieron togas al coro, organizaron un movimiento dirigido por hombres, empezaron a leer libros que no eran dignos de ser leídos, bajaron la cerca y los chivos entraron y se apoderaron del redil; ya no existía el clamor de gozo, ya no existía la libertad del Espíritu; se quedaron con una forma;